Varsovia bajo una nueva luz
Puede sonar extraño, pero la iluminación callejera supuso una novedad para una ciudad en la que, antiguamente, uno debía llevar consigo una linterna de noche, e incluso los no fumadores solían llevar cerillas en sus bolsillos para poder encontrar la parada de autobús en la más absoluta oscuridad. Hoy, Varsovia es una urbe bien iluminada y agradable de noche, ya que la cálida luz de las farolas alumbra cada esquina.
Aunque todavía comparto la calle con otros pocos autos (el silencio solamente lo inunda todo entre las 4 y las 5 de la mañana), conduzco por cada uno de los puentes para observar estas magníficas estructuras. Aún queda suficiente luz para contemplar las vistas, y las luces resplandecientes de la ciudad brillan sobre el río como estrellas en el cielo.
Hay dos puentes colgantes especialmente encantadores: el Świętokrzyski y el Siekierkowski, aunque quienes tengan un espíritu más artístico se sentirán probablemente más atraídos por el puente Poniatowskiego. Las escalofriantes estructuras de acero que lo sustentan, pese a ser bastante inusuales, causan una impresión increíble.
Cuando concluyo este circuito secreto de Varsovia, el sol está comenzando a calentar las calles, recordándome que llevo toda la noche en vela. Sin embargo, no me siento cansado. Conforme me dirijo a casa, me siento reavivado al saber que esta ciudad, antaño un páramo turístico, ofrece ahora atracciones para todos los gustos. Visítela usted también algún día. No le decepcionará.