La capital de Japón es una ciudad diferente a cualquier otra. Una ciudad de alta definición, 3D, realidad aumentada y robots. En resumen: la capital del mundo de la tecnología.

Tokio desde arriba

Incluso de noche, las calles de Tokio están congestionadas. La ciudad es un hervidero de actividad las 24 horas del día. Sin embargo, hay una forma de escapar del tráfico y visitar los puntos turísticos más interesantes: la Shuto Expressway. Se trata de una red de autopistas elevadas —en lugar de una vía única— que raramente tienen más de dos carriles. Es aquí donde utilizo la aceleración, la frenada y la dirección controladas para moverme por las curvas cerradas y las pendientes de la arteria principal de Tokio.

Es una ruta con peajes y, cuando cae la noche y el tráfico diario desaparece, está en su mayor parte desierta. Los taxistas y habitantes locales no pagarían un peaje de 900 yenes por el mero placer de circular por ella. Pero yo sí, sin duda.

Conducción sin distracciones

Tomo el acceso en Shibuya (o al menos creo que se trata de Shibuya, ya que el navegador por satélite del auto me deja totalmente perdido en la traducción). A mi izquierda se encuentra el distrito de moda de Harajuku, cuyas calles están transitadas por mujeres jóvenes vestidas con estilos estrafalarios y poco creíbles.

Esta noche paso por delante de todas ellas, con la atención puesta únicamente en la ruta.

Mientras París tiene su Périphérique y Los Ángeles sus fabulosas autovías, la Shuto se integra en su ciudad como ninguna otra ruta del mundo. Construida originalmente para los Juegos Olímpicos de 1964, sigue una serie de ríos cubiertos que entrelazan la metrópoli. Hay un anillo central, unas veces elevado y otras soterrado bajo las calles, y varias arterias que lo alimentan.

Allí donde se unen, enormes tallarines de asfalto se enroscan entre sí hasta formar intersecciones intrincadas y complejas en el cielo. Estos lugares no solo suponen una prueba de manejo avanzada, sino también un enorme esfuerzo para la suspensión, la dirección y los frenos.

Las curvas de la Shuto tienen un carácter intransigente y no dejan de sorprenderme. Las curvas cerradas aparecen de repente, exigiendo una destreza al volante fuera de lo común.

El parque de juegos tecnológico de Tokio

Con Roppongi a corta distancia, continúo hacia las resplandecientes luces de Ginza. Debajo puedo observar un sinfín de tiendas y salas de muestras repletas de todo lo imaginable, desde los supercoches más nuevos hasta los ultimísimos dispositivos electrónicos. En las calles de Ginza hay instalados más de 1.000 chips RFID (identificación por radiofrecuencia), lo que convierte este distrito en un parque de juegos de realidad aumentada. Si Tokio es la capital tecnológica del mundo, Ginza es la capital tecnológica de Tokio.

Atravieso la oscuridad de los Jardines del Palacio Imperial antes de sumergirme bajo tierra en la estación central de Tokio. Este emplazamiento subterráneo es el auditorio perfecto para exhibir los acordes de cualquier motor. Como manda la tradición, bajo las ventanillas para apreciar el gruñido resonante del motor de mi auto.

Sobreviviendo a Shuto

Llegado a este punto, necesito dar la vuelta y dirigirme al sur para probar la infame ruta Bayshore de la Shuto. El ambiente es bastante tranquilo mientras cruzo el puente Rainbow —bautizado así por sus luces de colores alimentadas por energía solar—, que se extiende sobre la bahía de Tokio. A mitad de camino me detengo en la estación de servicio de Shibaura.

Pese a la hora intempestiva, el estacionamiento rebosa sonidos de combustión interna. Los Skyline y los NSX vienen y van, con sus ocupantes trepando fuera de las cabinas para admirar sus vehículos. Entonces aparece una patrulla con dos policías de tránsito uniformados con casco, algo que nunca había visto, aunque probablemente sensato dado el implacable carácter de la Shuto.

A esta hora, ya he visto todo lo que la Shuto puede ofrecerme, y mis aposentos me esperan. Si al menos pudiese conseguir que el navegador por satélite me indicara el camino de vuelta al hotel... pero eso es cosa de la tecnología.

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