A pesar de que es tarde, la oscuridad no cubre las cunetas de los márgenes de la ruta. El sol aún brilla en el cielo. Inunda el vasto paisaje y la ruta interminable con una extraña luz anaranjada cuando, a esta hora de la medianoche, todo debería estar sumido en la oscuridad.

Me dirijo al lugar conocido como el fin del mundo. Nordkapp, o Cabo Norte, es el punto más septentrional de Europa al que se puede conducir. Está situado a una latitud de 71°10’21” N en la isla de Magerøya, junto a la costa norte de Noruega y a unos 1.759km por ruta de Estocolmo, donde comienzo mi viaje. Aquí, entre el 14 de mayo y el 29 de julio, el sol no se pone.

A mi alrededor se encuentran algunas de las tierras más desiertas y solitarias que jamás haya visto. En ocasiones parece como si las imponentes montañas de roca que se erigen en lo alto quisieran abalanzarse sobre nosotros. Otras veces, la tierra se retrae hasta casi desaparecer, con grandes espacios de matorrales descoloridos extendiéndose en todas direcciones sin un solo árbol a la vista.

Sol eterno

Independientemente de cuánto marque el cuentakilómetros o de cuántas horas y minutos pasen, el sol se niega a ponerse. Mantenga el sol a su izquierda y el pie sobre el acelerador y siga a su navegador hacia el norte. Así ha sido durante los últimos dos días y el viaje aún continúa, con el paisaje cada vez más agreste y la ruta cada vez más alejada con cada cumbre de colina que alcanzamos.

Escandinavia está llena de paisajes maravillosos. En todas partes, la gente sale a disfrutar del sol de verano aprovechándolo al máximo antes de que el tiempo se agote, la luz comience a apagarse y empiecen a sentirse los primeros fríos del otoño.

Pero yo ya he recorrido lo suficiente por esta noche, y decido detenerme en la ciudad de Alta. Más allá de esta ciudad, el mapa señala un enorme vacío. Es tarde, pero aún hay comida en el menú... siempre que te gusten los filetes de venado.

Llega la mañana. La luz nunca llegó a desaparecer, de modo que no procede decir que amanece. Cuando avisto Magerøya, ya es casi la hora de comer. Mi viaje por la isla no resulta tan romántico como lo habría sido hace unos años, ya que en 1999 un túnel submarino de 6,7km sustituyó al transbordador de automóviles.

En la cima del mundo

Me dirijo directamente hacia la principal atracción turística, situada al final de la ruta más septentrional de Europa. En Nordkapp, paseo brevemente por las barandillas que evitan que los visitantes caigan rodando por el borde del mundo. Aspiro el aire y observo este océano de inmensidad.

Me aprovecho del día interminable, circulando por las rutas casi desiertas de la isla hasta bien entrada la medianoche. Resulta un tanto surrealista desplazarse a esta hora por este paisaje extraño y solitario a la luz del día.

A la mañana siguiente me detengo en la pintoresca iglesia de la capital de Honningsvåg, tras lo cual solo me queda un lugar más que visitar antes de mi regreso: la que debe de ser una de las estaciones de servicio más septentrionales del mundo. Mientras lleno el tanque con Shell V-Power Nitro+, el navegador por satélite me localiza a una latitud de 70° 59’ 6” N.

No hay ninguna autopista que me lleve de regreso a Estocolmo, sino solo una larga ruta desafiante.  Será con seguridad un largo viaje de vuelta, pero si mantengo el sol de medianoche a mi derecha y el pie sobre el acelerador, todo irá bien.

Más contenidos Motorist

"M" de "motociclismo".

Y "M" de "Mejor ruta", posiblemente la B500 de Baden-Baden, Alemania. El autor Geoff Hill se dirige allí para decidir si esta es o no la mejor ruta de Europa para circular en moto.

Arriba en la montaña

Si le gustan los paisajes espectaculares, los Alpes suizos lo tienen todo: esquí, snowboard, bicicleta de montaña, senderismo o rafting de aguas bravas. Pero nosotros buscábamos una emoción diferente. El periodista de automovilismo James Mills aceptó el reto del mítico Flüelapass.